viernes, 1 de noviembre de 2013

El duelo en los niños

 El duelo en los niños es un proceso muy especial de dolor. Con todo mi cariño quiero dedicar esta entrada a todos los niños que pasan por un episodio de duelo, así como a sus familias.


"La muerte será más triste para aquellos que no hayan pensado en ella"

François Fénelon



  Los adultos suelen subestimar las emociones y los sentimientos de los niños de manera que no son conscientes de hasta qué punto un niño puede procesar emociones adultas, como el duelo ante la muerte, de forma muy intensa. Se sabe que antes de los 5 años un niño ya experimenta reacciones de duelo ante la pérdida o la separación.

  La dinámica moderna está cargada de superficialidades y no se les enseña a los niños de forma natural aspectos de la vida tan importantes como la muerte y la enfermedad, apartándolos de los ritos y  funerales, no dejándoles participar del proceso de la muerte. Los adultos suelen esconder y tapar sus sentimientos de dolor frente a los niños, no llorando o intentando disimular la tristeza, enseñándoles erróneamente que reprimir el dolor es la forma de afrontar el duelo y las situaciones difíciles. Llorar delante de los niños y dejarse consolar por ellos abriendo un círculo de comunicación puede ser sanador para ambas partes. Compartir, incluso en el dolor, es crecer.

  Los adultos cometen equivocaciones a la hora de enfocar el tema de la muerte con los niños, por ejemplo, no son claros con ellos, pueden decir cosas como "se ha ido de viaje", "está dormido"... aumentando su confusión. Es necesario hablarles con franqueza, utilizando recursos que los niños entiendan y puedan comprender, con palabras sencillas, pero siempre con la verdad. Es necesario que el niño comprenda que la persona fallecida no regresará nunca y pueda comenzar a elaborar el duelo cuanto antes para poder aceptarlo con las herramientas que dispone según su edad.

  Para un niño elaborar el duelo supone un gran trabajo emocional, pero si se realiza correctamente le llegará a enriquecer espiritualmente y le enseñará valores nuevos sobre la vida, quizás le aporte una visión que muchos adultos no logren nunca.

  En la primera infancia (hasta los cinco años) los niños no son conscientes del significado real de la muerte ni de las consecuencias y las repercusiones que ello puede tener en su vida, la visión del mundo es algo egocéntrica, aunque pueden distinguir entre lo animado e inanimado el concepto de la muerte y del tiempo es abstracto y se mezcla fácilmente con la fantasía. La forma en la que un niño afrontará el duelo por una pérdida dependerá en gran medida de su edad mental o madurez y de la relación con el fallecido, de su entorno familiar y la educación recibida. A partir de los diez años ya perciben la muerte con una visión más real y emocional, entran en contacto con el mundo que les rodea y los amigos y las relaciones cobran más importancia, pueden participar de ritos y rituales religiosos que le ayudan a sobrellevar el duelo. Hasta ese momento el niño más pequeño puede pensar que la muerte es "algo malo"  que también puede sucederles a ellos y sus allegados, ante ella pueden aparecer miedos y sentimientos de culpa, pasajeros cambios de carácter, sensación de abandono, etc.

  A partir de los nueve o diez años fantasean a menudo con la muerte (en sus juegos, en sus pensamientos…) aunque lo perciben como algo lejano que no puede sucederles a ellos ni a los que le rodean, la muerte es algo ajeno, causa de disparos y guerras, tragedias de película, fantasmas, personas mayores con graves enfermedades… es un concepto que se presenta lejano.  Si el fallecido es alguien muy cercano al niño (padres, hermanos, abuelos) es fundamental que se le explique y se le hable con claridad de lo sucedido, que se le permita participar del dolor y de la despedida con sus allegados de una manera acorde a su edad; la mayor enseñanza que puede recibir un niño en estos momentos es aprender a enfrentarse a situaciones difíciles y de estrés con asertividad, situaciones que se repetirán a lo largo de su vida y de la que puede salir enriquecido si se trabaja el duelo de forma correcta. Es mejor acompañar y apoyar que ocultar y tapar. El dolor es humano y la muerte algo natural. Enfrentarla sin miedo y abiertamente es el mejor ejemplo que podemos dar a los más jóvenes. Un niño, al igual que un adulto, deberá encarar su propio dolor, superarlo paso a paso y elaborar las fases del duelo para vencerlo de la forma menos traumática. Si la muerte es algo que se puede anticipar en el caso de personas con enfermedades avanzadas se debe hablar de esta situación con el niño, para que el mismo pueda buscar sus propias estrategias para afrontar la situación, debe sentirse integrado y aceptado en las circunstancias, que no se sienta obligado ni negado a participar en los rituales, oír sus deseos es la mejor manera de encauzar la situación.



Duelo en los niños  Los adultos deben ser compresivos con las reacciones de los niños en estos momentos, ellos no tienen las mismas estrategias que nosotros para afrontar el estrés y el dolor, tienen sus propias maniobras emocionales, pueden romper en llanto o tener ataques de rabia, pánico, volverse huidizos o solitarios, problemas de sueño… se les debe proporcionar un espacio para hablar de sus emociones desde su visión infantil, que se sientan comprendidos y arropados es fundamental, entablar una comunicación sincera con ellos en la que puedan preguntar y resolver sus dudas de forma natural les beneficiará para integrar el dolor en su vida y superarlo, la experiencia es el mejor maestro, esta prueba puede ser una gran enseñanza que en su vida adulta les confiera valores y visiones más humanos sobre el mundo y sobre ellos mismos.

  Las claves para ayudar a un niño a afrontar el duelo serían las siguientes:

- Sinceridad y franqueza
- Responder y aclarar cualquier duda
- Permitirle participar del dolor y de los ritos de la muerte si así lo desea
- Ser comprensivo con sus particulares reacciones ante el duelo
- Apoyar y acompañar, brindar protección, en la infancia el sentimiento de protección es clave

  En posteriores entradas desarrollaré más detalladamente las particularidades del duelo en los niños, hablaré sobre películas que tratan el tema, apuntes bibliográficos, personajes famosos y de ficción que pueden ser ejemplo para jóvenes que atraviesan estas circunstancias; esperando ser de ayuda a las familias que atraviesan momentos de dolor quiero dedicar esta entrada a todos aquellos niños que han perdido a alguien.



3 comentarios:

  1. Mis mas sinceras felicidades Gallegiña...
    Muy interesante el artículo, habrá que pasarse mas amenudo.
    Besos!

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  2. Es muy importante lo que aquí nos cuentas. Mi hija, con dos años, vino a un velatorio conmigo. No había ningún niño/a y me llamó la atención (luego pensé que era la costumbre social haciendo memoria de que, en los pocos a los que alguna vez fui, nunca había visto a ninguno). Mi hija vio la tristeza y me preguntó qué pasaba; le expliqué que la gente estaba triste porque xxx ya no vivía; ¿Por qué? Estaba malito y ya no podía vivir más, y la gente está triste porque ya no estará nunca más con nosotros, no podrá comer, ni jugar, ni pasear... Lo entendió. Los días posteriores se acordaba de xxx, le preguntaba si le daba tristeza, y a veces me decía que sí y otras que no. Dejé que se expresara como quiso y que conociera una parte más de la vida. Ahora que tiene tres años sabe que morir significa no poder estar más con nosotros, no comer, ni respirar, ni jugar, ni tocar, ni oler... Así es como lo entiende. Un saludo.

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  3. Muchas gracias por los comentarios, es alentador saber que para alguien es útil la información que voy aportando al blog. Un saludo.

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